27 de febrero de 2012

Los numeros del viaje.

264    Días fuera de Argentina.
209    Días en Nueva Zelanda
55      Días en Asia.
2        Vacunas.
5        Países recorridos.
71      Lugares visitados.
4        Trabajos
3        Meses trabajando en el Packhouse.
1        Auto tuvimos.
9        Aviones.
3        Trenes.
13      Micros
200    Dolares de seguro medico.
1.500 Dolares de pasaje Eze/Auckland.
2.000 Dolares llevados a Nueva Zelanda.
1.000 Dolares de pasajes en Asia.
2.000 Dólares gastados en Asia.
66      Entradas de Blog.

Muchos amigos, anécdotas y un sueño cumplido.

La vuelta a Argentina.

Subir al avión de Aerolineas Argentinas y escuchar al comandante hablar, hizo que me cayera la ficha de lo tan cerca que estaba de mi país. En el avión éramos la mayoría argentinos. Después de tanto tiempo me encontraba en un lugar donde el ingles no era el idioma que predominaba.
El vuelo fue de doce horas y llegue a Ezeiza un martes a la noche, allí estaban esperándome mis viejos y mi madrina. Hacia mucho frió esa noche y en mi casa de Tigre me esperaba mi hermana con unas buenas milanesas que no comía hacia bastante tiempo.
Al principio cuesta volver a acostumbrarse a nuestro país, venir de Nueva Zelanda hace que lo haya notado muy feo y abandonado, pero son las primeras impresiones, con el correr de los días uno se va volviendo a acostumbrar a donde uno vivió toda su vida y aceptarlo como es.
Mi proceso de “adaptación” duro poco. A los dos días ya me encontraba trabajando en mi antigua oficina, tomándome el tren todos los días como si nada hubiera pasado de mi vida en este último año. Todos me trataban de locos, me decían que me tome un tiempo, pero seguro iba a ser peor y me iba a terminar deprimiendo.
Los demás días continuaron con muchas visitas de amigos que hacia mucho tiempo no veía, muchos asados y miles de historias para contar una y otra vez.
Sin duda que haber hecho lo que hice fue lo mejor que me paso en la vida. Estoy muy contento de cómo se dio todo el viaje desde un principio, la forma en que nunca baje los brazos a pesar de cualquier cosa que me haya pasado, estoy seguro que siempre hubo alguien mas conmigo que me daba fuerzas para terminar mi sueño y gracias a Dios fui fuerte y pude seguir adelante hasta cumplirlo.
Hoy me encuentro nuevamente en el living de mi casa, donde un año atrás me estaba poniendo la plata adentro de las medias para emprender este viaje. No sabía muy bien que me esperaba, si me la iba a bancar, si me iba a pasar algo, si volvía a la semana, ni donde iba a vivir. Tenia muchos miedos, muchos me trataban de loco. Pero acá estoy, devuelta en el mismo sillón con las medias listas...

(Volviendo a la rutina en Argentina)

Últimos días en Nueva Zelanda.

Llegue a Nueva Zelanda con alrededor de cincuenta dólares en mi bolsillo, hambre, y  mucho frió!. Lo primero que hice al llegar al aeropuerto fue ir corriendo a un cajero y rezar que estén los doscientos dólares que había pedido que me giren desde Argentina hace un par de días atrás. Gracias a Dios estaban, no eran doscientos lamentablemente, en realidad si lo fueron en un principio, pero con el tema de las comisiones y demás fueron alrededor de ciento cincuenta.
Retire algo de plata y lo primero que compre fue algo de comer, veníamos sin comer nada hace bastantes horas y todavía nos faltaban dos aviones mas para llegar a Auckland. El  Pie casero que comí en el aeropuerto sin dudas fue el que mas disfrute en mi vida.
Al llegar a Auckland y sacar las alpargatas que guardaba en el bolso para usarlas en Nueva Zelanda, las encuentro literalmente podridas. En Tailandia, recuerdo haberlas usado por ultima vez hace un mes atrás y no se me ocurrió mejor idea que guardarlas húmedas en una bolsa de nylon en el fondo del bolso. Cuando llego a las frías tierras neocelandesas e intento cambiar las ojotas que me acompañaron durante dos meses en el sudeste asiático por las alpargatas, me encuentro con estas repletas de hongos. No tuve otra opción que tirarlas y seguir en ojotas un par de días más.
En Auckland no tuve otra opción que comprarme unas alpargatas nuevas, sino se me iban a congelar los pies, me iba a enfermar y me iba a terminar saliendo mas cara la joda. Invertí en alpargatas, pague dos noches de hotel y en mi bolsillo solamente me quedaban alrededor de 100 dólares para vivir tres días mas.
Llegamos el 30 de junio a Auckland y el 2 de Julio me despido de Pisko, el se volvía a Argentina dos días antes que yo y por otra aerolínea. Nos saludamos y quedamos en vernos en un par de días en Argentina.
Quede solo en Auckland y también por primera vez en todo el viaje, pero por suerte iba a ser solo por tres dias. Todavía tenia que pasar a buscar mi maleta que había dejado antes de irme a Asia en la casa de Mary, ella vivía en las afueras de Auckland en un pueblo llamado Waiuku. Ya sabía como llegar porque ya había estado allí una vez. Ella y su hermosa familia me invito a pasar las ultimas noches en su casa, a mi me venia como anillo al dedo ya que era muy poca la plata que me quedaba en ese momento.
Me tome el tren de Auckland y Mary me paso a buscar por la estación de Waiuku. Los últimos días en su casa la pase excelente! Me integraron totalmente a su familia, me cocinaron siempre muy rico, me llevaron de sus amigos, los acompañaba a hacer las compras, buscar los chicos al colegio y así pude ver desde muy cerca el estilo de vida totalmente envidiable que tenían estas personas.
Nunca me hicieron pagar nada y hasta llegue al aeropuerto con los 100 dólares que tenía guardados hace un par de días atrás. Con esa plata me comí un buen combo de Mc Donald en el aeropuerto y  compre un par de regalos mas, llegando a Buenos Aires con 25 Dolares Kiwis que aun conservo de recuerdo.
Siempre me voy a acordar de la familia Underwood, y ellos siempre van a ser una de las principales razones por las cuales voy a querer volver a estas tierras. Ellos me abrieron las puertas de su casa sin conocerme, se portaron como nadie se hubiera portado conmigo en Nueva Zelanda. Les debo mucho a esta familia que supe considerarla también mía de lo tan bien que me trataron a pesar del idioma, las culturas y miles de cosas mas.
Si bien pensaba que mi viaje ya estaba terminado y no iba a conocer ningún lugar mas, estaba totalmente equivocado. Uno de los días fuimos con Mary y sus hijos a Whangaparaoa a pasar el día a la casa de una familia amiga de ellos, esta ciudad costera quedaba 100 Km. Al norte de Auckland. Un pueblo muy lindo con una playa totalmente desabitada debido al frió que hacia en ese momento.


(Con Mary en las playas de Whangaparaoa)


Interrogatorio en Christchurch

Llegando a Nueva Zelanda, desde el avión, tuvimos unas de las mejores vistas aéreas, era la isla sur repleta de montañas con sus picos totalmente nevados, impactantes. Hasta ahí todo era color de rosa, las montañas, la vuelta y los amigos chilenos esperándonos, no podía salir todo tan bien, es por eso que la ultima prueba nos estaba esperando en el aeropuerto de Christchurch.
En Bangkok y en toda Asia nos cuidamos comprando los regalos, sabíamos lo rigurosos que eran los Kiwis con las cosas que uno traía de afuera y para no tener ningún problema, evite comprar algo de madera, llevar alimentos, ni nada que haga hacernos pasar un mal momento en el aeropuerto. Pero lamentablemente el mal momento lo tuvimos que atravesar.
Al bajar del avión nos perdimos de los chilenos y la tarjeta de inmigración la llene junto a Pisko, lo único “raro” que yo traía era un set de sushi hecho de madera, pero fui tan inocente que lo declare. Pisko mas jugado todavía, traía café y te de Vietnam que tubo que declarar. Una vez que teníamos las tarjetas completas y nos acercamos a la fila donde a uno le escanean los bolsos, un guardia nos lee primero las tarjetas y nos pregunta que traíamos, le contestamos la verdad. Que solo Te, café, y regalos lo cual fue suficiente para que nos mandaran a hacer otra cola junto a posibles narcotraficantes y terroristas, mas teniendo pasaporte Argentino y viniendo de Malasia!.
Teníamos tres personas delante nuestro, y de a poquito cada vez iba cayendo mas gente al baile. En la cola ya podíamos ver lo que nos esperaba, una habitación en la cual íbamos a ser interrogados y revisados.
Por más que no estábamos trayendo nada raro fue imposible no hacerse la cabeza durante esos quince minutos que aguardamos ser llamados. Pensaba en todo lo que tenia adentro del bolso, y si había algo que aparente ser una bomba o algún ibuprofeno con que me puedan hacer  lió. Así de perseguido estábamos.
Nos llaman y nos asignan un oficial a cada uno, entramos a una sala enorme y me sientan a espaldas de mi aimgo. Ahí empezaron las preguntas y obviamente todas en ingles.
Mientras yo contestaba el oficial iba anotando todo en un cuaderno. Me pregunto acerca de nuestro viaje. Donde estuvimos, con quien viajaba, que hicimos y que íbamos a hacer en Nueva Zelanda, hasta preguntas como si fumaba marihuana y si había probado hongos alucinógenos en Tailandia. No conforme el oficial con mis respuestas abrió mi mochila, saco el Ipod y me dice “Te voy a escanear el Ipod para ver si quedo algún resto de marihuana, si estuviste contacto con marihuana últimamente va a saltar en el escáner” a lo que me vuelve a preguntar “fumaste marihuana?”, le contesto la verdad, que nunca había fumado y se fue a hacer la prueba. Vuelve, y me dice “Negative”. No conforme con la prueba saco mi cámara de fotos y empezó a mirar todas las fotos que tenia. En ese momento trate de recordar que fotos tenía guardada en la memoria pero no eran para preocuparse. Me entrega la cámara, el ipod y me pregunta finalmente “Que traes en bolso?”, parecía que me lo hacia apropósito!, no terminaba mas de romperme las bolas. Le conteste que tenía la ropa que use en el viaje y regalos de Asia, también le pregunte amablemente si quería abrirlo, me respondió que no era necesario, me sello la tarjeta y nos libero a los dos.
A la salida nos encontramos con los Chilenos que viajaban con nosotros y nos preguntaron porque habíamos tardado tanto. Le contamos nuestra hazaña y nos comentaron que ellos mas allá de las cosas que estaban trayendo habían puesto todo que “No” en la tarjeta de inmigración, eludiendo todo tipo de problemas y controles. Asique por demostrar ser buenos terminamos siendo unos buenos boludos.

19 de febrero de 2012

Emprendiendo la vuelta.

Hanoi y Halong Bay habían sido las últimas ciudades por descubrir y tal como lo teníamos planeado desde Chiang Mai, tomamos nuestro avión desde Hanoi hacia Bangkok.
Volamos una vez mas por Airasia junto a un Japonés que habíamos conocido en la excursión de Halong Bay.
Llegamos al increíble aeropuerto de Bangkok donde nos demoramos mas de lo normal por no tener la vacuna contra la fiebre amarilla, negociamos con un taxi y después de 30 minutos por autopista nos encontrábamos por segunda vez en nuestra querida calle “Kao San”, lugar al cual pensamos volver en algún otro momento de nuestras vidas.
Llegar fue sentirse nuevamente en casa, nos enamoramos tanto de Bangkok que decidimos pasar nuestra última semana ahí, ya teníamos nuestros lugares para comer, para dormir, para salir y hasta sabíamos por donde movernos. Estábamos como chanchos.
Pasamos nuestros últimos cinco días antes de emprender nuestro retorno a Nueva Zelanda. En estos días no hicimos ninguna excursión, no visitamos ningún templo ni ninguna cosa nueva. Hacia alrededor de dos meses que veníamos pateando con la mochila, es por eso que solamente nos dedicamos a descansar con el aire acondicionado del hotel y salir solo por las noches a tomar un par de buckets.
Al poco tiempo de llegar a Bangkok nos volvimos a encontrar con nuestros amigos chilenos que viajaron con nosotros hasta Chiang Mai, lugar en el cual nos habíamos separado. La familia estaba nuevamente unida y lista para volver a Nueva Zelanda.
Sin duda, tomarnos estos últimos días en Bangkok sin hacer mucho ni gastar tanto fue lo mejor que pudimos hacer y lo bien que hicimos en planearlo. Nuestra economía ya estaba en números rojos hace bastante, y recién el ultimo día con los últimos dólares pudimos hacer las compras para los familiares y amigos.
A diferencia de la ida, la vuelta la habíamos programado junto a los Chilenos, es por eso que nos tomamos los cuatro los mismos aviones y les paso a comentar cuales fueron.
De Bangkok (Tailandia) a Kuala Lumpur (Malasia) 2 Horas,
De Kuala Lumpur (Malasia) a Chrischurch (Nueva Zelanda) 12 Horas.
De Chrischurch a Wellington (NZ) y finalmente de Wellington a Auckland (2 Horas totales).
Todos estos aviones fueron tomados el mismo día, o los mismos días, nose bien la verdad, llego un momento que perdimos la noción del tiempo, la hora, el país y si era de día o de noche.
La logística aérea fue toda programada por mí. Los ticket ya los teníamos todos compramos hacia un par de meses, y por suerte ningún vuelo nos fallo, aunque al llegar al aeropuerto de Bangkok nos encontramos con la noticia de que nuestro avión se encontraba con una demora de dos horas, pero no fue lo suficiente como para perdernos ninguno de los otros vuelos, y nuestro regreso triunfante a Nueva Zelanda.
Hemos estado en cuatro aeropuertos y aviones diferentes durante 23 horas seguidas. Cansados, nerviosos, estresados de tantos controles, pero gracias a dios la logística fue impecable y todo salio acorde a lo planeado.
Una vez en Christchurch nos estaban esperando nuestros amigos Chilenos con los cuales habíamos estado conviviendo y trabajando juntos los últimos días en Nueva Zelanda, Fue lindo volver a encontrarse con amigos en estas tierras Neocelandesas que tantas alegrías me dio y que siempre me trato como en casa. 
En este aeropuerto fue también la última vez que estuvimos con Michi y Chato ya que ellos se  tomaron un vuelo diferente a Wellington donde se iban a quedar un par de días más. Nos despedimos de todos y llegamos a Auckland de noche, donde íbamos a pasar nuestras últimas noches en el mismo hotel que nos vio llegar hace casi un año… El Choice Plaza.



(Una de las ultimas noches en Bangkok)

15 de febrero de 2012

Hanoi y Halong Bay.

Vietnam iba a ser nuestro último país  en la hoja de ruta de nuestro recorrido, más precisamente Hanoi, en donde ya nos encontrábamos.
Teníamos 4 días designados para dicho país, luego nos íbamos a dar cuenta de que con solo 2 iba a ser más que suficiente, en fin, después de Hanói nos esperaba un vuelo hacia Bangkok para pasar nuestra última semana de estadía en el sudeste asiático.
Nuestras cuentas bancarias estaban por llegar cada vez más rápido al tan temible cero lo cual nos obligaba a hacer una estadía bastante gasolera por Hanói, por suerte nos encontramos con un país relativamente barato y conseguimos un Guesthouse (Hanoi central Backpaker) muy recomendable donde pagamos la modica suma de 5 dolares con desayuno incluido, internet gratis y cerveza libre de 8 a 9 de la noche!. Qué más se podía pedir?. Aire acondicionado?, también tenía.
Al día siguiente de llegar, nos levantamos, pedimos un mapa de la ciudad y nos largamos a caminar por la ciudad. Es imposible no perderse por la ciudad, todas las calles son iguales, y se repiten los mismos puestos una y otra vez, para colmo los nombres de las calles son difíciles de recordar y hay motos por todos lados!.
De más esta decir que nos perdimos más de una vez pero así y todo pudimos llegar a las principales atracciones de la ciudad, ellas son: el museo de guerra, la estatua a Lenin, el museo de Ho Chi Min, El teatro y alguna que otra Pagoda. En 6 Horas de caminata habíamos liquidado la ciudad, que de por sí y a mi gusto dejo bastante que desear.
Al igual que Laos, Vietnam tiene toque de queda y a las 11 de la noche en pleno centro no queda nadie en la calle, solamente algún que otro puesto de comida abierto y algún turista perdido en busca de algun bar…
Una de las noches, sabiendo que todo cierra temprano , nos fuimos a tomar algo a uno de los hostels  cerca del nuestro, eran las 10 de la noche y de la barra nos dicen que iban a cerrar, pero que no nos preocupáramos que nos iban a llevar a un boliche que seguía abierto después de las 11. El bar del hostel cerró y todos nos fuimos afuera con vasos de plástico para arrancar la peregrinación hacia el tan preciado boliche.
Éramos alrededor de 20 personas occidentales caminando por las calles de Hanoi, la fila la lideraba el barman del  hostel que sabía la dirección  del boliche.  Eran imposible no ser el centro de atención de los pocos Vietnamitas que quedaban en la calle, imagínense si en Argentina ven 20 Chinos caminando de noche en busca de un boliche? Mas de uno se sacaría una foto.
Llegamos al bar/boliche, donde más allá del toque de queda  se encontraban bastantes Vietnamitas de joda sin importarles nada. Luego de un par de horas el bar bajo la persiana pero la joda siguió adentro,  hasta que en un momento cayo una patrulla con 5 soldados afuera del boliche, la dueña nos empezó a decir que salgamos un par de personas  del boliche y esperemos afuera que supuestamente estaba todo bien. Asi fue, no se bien que habrá pasado, por ahí hubo alguna que otra coima pero a los 15 min. Los soldados se fueron y todos volvimos adentro.
Luego nos iba a esperar la odisea de recordar el camino de vuelta al hostel, de noche y esta vez sin guía que nos ayude. Logramos llegar al hostel, pero obviamente también estaba cerrado pero por suerte antes de desesperar encontramos un timbre que daba al hostel, nos abrieron y pudimos dormir puertas adentro.



(Iglesia en Hanoi)

(Museo de Ho Chi Min)

(A este viejito le compramos todos los souvenirs)

(Peregrinando rumbo al boliche)

(En el boliche con locales)

Otro de los lugares obligados a visitar en Vietnam es Halong Bay, una bahía con miles de islotes y que en muchas de ellas se encuentran cuevas. La Bahía queda a 300 Km. De Hanoi y las opciones son hacer un tour de un día completo o la otra es pasar 1 o 2 noches en la Bahia recorriéndola mucho mejor y durmiendo arriba del barco con otros turistas. Dado nuestro corto presupuesto decimos optar por el tour completo de un día, que fue más que suficiente.
Nos pasaron a buscar en combi a las 9 de la mañana por la puerta del hostel, parada de por medio y a las 12 del mediodía ya nos encontrábamos en el puerto esperando abordar a nuestro bote. Una vez arriba del bote nos fuimos acercando cada vez más a estos increíbles islotes, luego de 30 min. nos encontrábamos en medio de Halong Bay rodeado de estas islas, el capitán anclo el barco y nos sirvieron el almuerzo . Luego de comer  y contemplar una y otra vez el paisaje, el bote se dirigió hacia una de las cuevas que tiene la Bahía donde pasamos el resto de la tarde.
Antes del atardecer regresamos al puerto para emprender nuestro retorno a la ciudad. En el barco también conocimos a un Japonés que estaba parando en un hostel a 2 cuadras del nuestro, hablando de todo un poco nos comentó que estaba abandonando Hanoi al día siguiente, yéndose a Bangkok en avión ,a la misma hora que nosotros y en el mismo avión!. Imposible pero cierto. Este japonés ya tenía pago el taxi al aeropuerto, asique al otro día nos pasó a buscar por el hostel para irnos juntos a Bangkok y abaratar costos de taxi.




(Halong Bay)


(Cuevas dentro de uno de los islotes)

La odisea a Hanoi.


Era hora de abandonar Laos y seguir rumbo. En Vientiane (capital de Laos) habíamos comprado nuestro pasaje hacia Hanoi (Vietnam) vía Sleeping bus, el tan temido micro al cual muchos viajeros huyen, a nosotros no nos importó mucho y allí nos encontrábamos esa tarde en la estación para lanzarnos a una nueva aventura.
La combi de la agencia de viaje nos trasladó a nosotros y  a 5 personas más a la terminal de micros, llegando a la terminal un par de personas empezaron a correr a la par de la combi y mientras iban hablando/negociando con el chofer de la combi para ver con cual micro le resultaba más barato ir.
Todo esto sucedió en no más de 2 min. Obviamente nosotros en la combi no entendíamos nada de lo que pasaba, la combi se frena y antes de que nosotros nos bajáramos de ella ya se encontraban un par de personas abriendo el baúl de la combi y llevando nuestros bolsos hacia la bodega de un micro sin importarles nada. Antes de volvernos locos y empezar a los golpes  con los que nos manoteaban los bolsos, la “coordinadora/negociante” de la combi nos vino a  indicar cual era nuestro micro para quedarnos tranquilos de que nuestros bolsos  hayan sido ubicados correctamente.
Ya con Tickect en mano y bolso despachado, nos quedaba esperar alrededor de media hora alado del micro hasta que este salga, fue ahí cuando empezamos observar y a darnos cuenta de como funcionaba toda esta mafia de los micros en Laos.
Los micros con destino a Vietnam, salen cada 2 días y siempre al mismo horario lo cual hace que la estación de ómnibus este llena en ese momento. Los buses con destino a Hanoi u otras ciudades se encuentran todos estacionados uno alado del otro en un playón enorme,  uno llega a la terminal y va de bus en bus preguntando y negociando, pero el tema esta en que estos tipos no pueden aguantar esto y por eso ni bien llega una moto, combi o alguna persona caminando con bolsos a la terminal se les tiran encima tratando cada uno de ofrecer el mejor precio. Hemos visto de todo en la media hora que estuvimos en esa terminal, estos tipos te manotean la valija y te la quieren meter adentro del micro para que vallas con ellos, les abren las puertas a las combis en pleno movimiento, forcejean a los pasajeros entre  varias personas, en fin, un verdadero descontrol.

Pareciera que esta todo permitido y bien visto en esa terminal, la gente local se lo toma a risa, en cambio nosotros los extranjeros queremos matarlos a todos cuando vemos que alguien que no conocemos nos manotea el bolso.
Lo más cómico de la tarde fue en un momento en que varias personas estaban tratando de llevar a un pasajero a uno de sus micros, la situación se puse media tensa, dos de los choferes empezaron a discutir bastante fuera de lo normal entonces ahí fue cuando de atrás de uno de los micros se escuchó sonar un silbato, como de un árbitro de futbol y  como de alguien autorizado a poner orden en el lugar, no era para nada un policía ni mucho menos pero se ve que era el único que tenía poder en ese playón .
Era hora de subir al micro y no bajar por 27 Hs. y para dicha odisea no tuve mejor idea que solamente  comprar una botella de agua, un paquete de galletitas y unas papas fritas. Para colmo tenia pocos Kibts (moneda de Laos) y tampoco había cambiado Dongs (moneda de Vietnam), asique con esas provisiones me las tuve que arreglar para tirar 27 Hs. en ese micro, toda una odisea.
Salimos a las 7 de la tarde de la terminal y paramos alrededor de las 10 para comer algo, luego seguimos viaje y alrededor de las 12 de la noche el chofer estaciona el micro, se baja, y nos apaga el aire sin decirnos nada, pensábamos que iba a volver para continuar manejando pero luego de un par de horas decidimos no preocuparnos más y tratar de dormir en ese caluroso micro, con los asientos de cuero que se te pegaban al cuerpo.
Obviamente el chofer no volvió al micro hasta ni bien empezó  a amanecer un poco, el tipo se había ido a dormir a un hotel y nos dejó a todos nosotros durmiendo en el micro re cagados de calor. Luego de levantarnos la mayoría chivados continuamos viaje y a las pocas horas de la mañana nos encontrábamos en la frontera de Laos para tramitar el tema de las salidas e ingresos en los pasaportes.
Si la estación de micros de Laos fue un quilombo, la frontera lo fue el doble, estos tipos están locos, quieren todo ya, son atolondrados, te pasan por arriba y no les importa nada.

Donde nos sellaban los pasaportes había dos ventanillas una para extranjeros y la otra para los locales, en ese horario se juntaron varios micros en la frontera, lo cual hacia que todo este bastante saturado.
Básicamente en nuestra ventanilla no había cola, lo que hicimos fue dejarles al oficial cada uno de nuestros pasaportes del lado de adentro de la  ventanilla y esperar que se digne a sellarlos, luego otra persona nos entregaba nuevamente los pasaportes después de pagar la módica suma de  1 dólar.
En la ventanilla de alado se encontraban todos estos personajes laosianos empujándose, gritando, corriendo con pasaportes en sus manos y tratando de negociar algo con los oficiales. Las coimas arriba de los pasaporte era algo bien visto y permitido, se solía ver choferes que caían con 15 pasaportes y arriba de ellos plata, como para que les hagan el tramite más rápido.
Después de esta experiencia en inmigraciones y cuidar que ninguno de estos tipos nos agarre los pasaportes y salga corriendo nos dijimos hacia el lado de Vietnam, donde el tramite fue muchísimo más rápido y sin sobresaltos.
A mitad de la mañana nos encontrábamos nuevamente arriba del micro para seguir con lo que quedaba del trayecto del lado de Vietnam. Ese día llegamos recién a las 9 de la noche a la estación de ómnibus de Hanoi, sin plata, con hambre y cansadísimos. Nos bajamos del micro y obviamente no faltaron los buitres que te quieren meter en un tuc tuc o combi para llevarte al centro de la ciudad, ahí optamos por no darle bola a nadie seguir caminando hacia la calle, paramos un taxi y por medio de señas y dirección escrita en un papel les dimos a entender hacia donde queríamos ir, obviamente también le tuvimos que mostrar la tarjeta de crédito para que nos llevara previamente hacia un cajero, ya que no teníamos ni un peso entre los dos.
No zafamos de  pagar el derecho de piso del turista, y el taxista nos hizo la gran argenta y nos “paseo” por la ciudad un rato, pero mucho no nos importó ya que después de 20 min. Nos encontrábamos en la puerta del hostel con todas nuestras pertenencias, en un nuevo país  y con una pizzería a metros de donde estábamos,  el resto se lo pueden imaginar.


(Estación de Micros)


(La comodidad del Sleeping Bus...)

Pasadita por Vientiane.

Nuestro paso por Vientiane fue tan corto que ni fotos tenemos de esta ciudad. Una combi nos paso a buscar por la puerta de nuestro guesthouse en Vang Vieng para llevarnos a un par de Kilómetros donde se encontraría nuestro micro de línea el cual nos iba a trasladar hacia la capital de Laos. En el éramos todos turistas yendo hacia el mismo lugar, el viaje no duro más de cinco horas y como era de esperar nos dejo en la estación de ómnibus donde nos esperaban los tuc tuc para llevarnos hacia el centro de la ciudad.
Una vez más seguimos a la masa de turistas y nos subimos a un pequeño colectivo que nos traslado en quince minutos al centro de la ciudad.
No contar con la presencia de los Chilenos desde Chiang Mai nos afecto bastante en el sentido de logística, ellos eran los que tenían la famosa Biblia del viajero llamada “Lonelly Planet”, ellos también eran los que planificaban todo y sabían donde ir una vez llegado a una nueva ciudad, al separarnos de ellos no hicimos para nada el trabajo de logística previo y hasta acá había salido todo bien, pero creo que ya era hora de que lo empecemos a hacer.
Hacia mucho tiempo que nos estábamos en una capital, nuestros últimos pasos fueron por pueblos muy humildes y llegar a Vientiane fue volver a la selva de cemento, fue una sensación rara, esa sensación como de volver de vacaciones pero por suerte siguiendo estando en ellas.
Caminamos bastante por la avenida principal y sus calles en busca de algún guesthouse razonable, se notaba que estábamos en la capital del país, los precios por noche eran casi el doble de lo que pagábamos en Luang Pruabang y Vang vieng, por eso no nos quedo otra opción que resignarnos y pagar lo que costaban.
Reservamos dos noches y también compramos nuestro pasaje en micro hacia Hanoi (Vietnam), ultimo país que íbamos a recorrer y del cual teníamos nuestro vuelo hacia Bangkok.
A pesar de ser un país comunista, Vientiane te hace replantear hasta que punto lo es, en esta capital tenes cajeros electrónicos, franquicias de afuera y todo preparado como para que el turista se sienta a gusto sin que le falte nada.
Aprovechamos para recorrer la ciudad a pata junto a Pisko y una Holandesa que habíamos conocido en Vang Vieng que sabíamos que llegaba un día después que nosotros.
Se notaba que cada vez estábamos mas cerca de Vietnam ya que esta vez los templos budistas no eran tantos, sin embargo caminamos bastante hasta llegar a un mercado local donde vendían todo tipo de cosas, comidas y artesanías. En el camino también pasamos por el arco del triunfo que también posee este país, muy bonito de hecho.
A diferencia de otras capitales, a Vientiane se la veía muy desocupada y con poca gente en sus calles. Por la noche siempre  íbamos a cenar cerca de la costanera donde se juntaban turistas y locales en familia a comer todo tipo de comida asiatica.

(El arco, simbolo de Vientiane)

24 de enero de 2012

Tubbing en Vang Vieng

Esta mas que claro que todo el mundo va a Vang Vieng para hacer Tubbing, pero la ciudad ofrece mucho mas que eso. Las montañas al costado del rió hacen que los atardeceres en Vang Vieng sean imponentes e inigualables.
La ciudad esta plagada de restaurantes donde pasan “Friends” y “Family guy” todo el tiempo.
Si bien las drogas son ilegales es medio contradictorio que haya en los lugares para comer “Crazy menus”, que quiere decir esto?, que aparte del menú original, te traen una carta muy rustica donde hay platos hechos con toques de marihuana, hongos, opio y demás yerbas.
El Tubbing arranca pasado el mediodía y queda un poco alejado de la ciudad, es por eso que es necesario ir al rió en tuc tuc. Durante la mañana uno puede alquilar su cámara de  de auto y llevarla al rió para así cruzar de un bar a otro. Esta bueno tener tu propia cámara, pero una vez en el rió te das cuenta que no es totalmente necesaria ya que estas muy expuesto a que te pongas en pedo y la pierdas o que te la roben significando perder la seña que uno deja por el alquiler, nosotros fuimos sin cámara y una vez allá la gente se copa para compartir las suya o mal que mal uno puede cruzar nadando.
Fuimos los primeros en llegar al primer bar donde arrancaba el tubbing, estábamos acompañados de un par de amigos que conocimos en el Slow boat y de otros que hicimos en la combi camino a Vang Vieng, esperamos a que empiecen a caer un poco mas de gente y alrededor de las dos de la tarde ya nos encontrábamos tomando y arrojándonos al agua para cambiar de bar. Estuvimos en casi todos los bares que bordean el rió. Cada bar intentaba ser diferente del resto caracterizándose por tener algo diferente a los demás ya sea una roldada, un tobogán o cualquier tipo de juego para tomar.
Alrededor de las siete de la tarde cuando empieza a caer el sol conseguimos un tuc tuc y nos volvimos a la ciudad para pegarnos una ducha y ver que nos deparaba por la noche.
A esa hora solamente quedaban los mas borrachos en el río. Si bien de día el río es peligroso de noche y borracho lo es triple, de hecho esa tarde hemos presenciado mas de un accidente y son muchas las anécdotas de muertes que se escuchan por ahí.
Por la noche son dos o tres los bares que tiene la ciudad, y obviamente te cruzas en ellos a todas las personas que viste ese mismo día en el tubbing, hasta de hecho en uno de los bares pasan la filmacion del día completo de uno de los bares del tubbing.
(La banda arrancando a tomar en el primer bar, fuimos los primeros)


(El que llegaba arriba de todo se ganaba un trago)


(Toboganes y otras yerbas)


(Siempre alguno se accidenta...)


(Cambiándonos de bar)

Hicimos un solo día de tubbing, hubiéramos querido repetirlo pero nuestro corto tiempo nos lo impedía por eso aprovechamos al otro día para visitar una laguna azul y unas cuevas en las afueras de la ciudad.  Nos levantamos una mañana y con unas holandesas que habíamos conocido en el tubbing contratamos un tuc tuc exclusivo para nosotros cinco para que nos lleve durante el día a los lugares que teníamos pensado visitar, todos a un par de minutos de donde estábamos.
Fuimos primero a unas cuevas donde habremos estado caminando dentro de ellas alrededor de 1 hora, en cuero descalzo y con un linterna en una cabeza, nuestro guía adelante y nosotros que luego de un par de minutos nos preguntábamos que mierda hacíamos metidos ahí adentro. Salimos de la cueva empapados ya que dentro de ellas había que pasar por lugares donde el agua te llegaba por la cintura. De ahí nos fuimos para la “blue lagoon” a refrescarnos un poco, pasamos el resto de la tarde ahí y nos volvimos al hotel totalmente cansados de haber estado de acá para allá durante todo el día.


(El team a punto de entrar a la cueva)

(Que manera de mojarnos)

(Blue lagoon, bien azul el agua)


Adiós Luang Pruabang

Aparte de las excursiones que podíamos realizar en Luang Pruabang, esta ciudad constaba con un muy buen mercado nocturno para comprar todo tipo de cosas, artesanías más que nada y a muy buen precio todo, fue recién aquí donde aproveche a comprar un par de regalos para la familia. El mercado abre alrededor de las siete de la tarde y antes de las doce cierra todo, como en todo Laos.
Una de las noches la aprovechamos para ir a tomar algo a uno de los bares de la ciudad con los amigos que habíamos hecho hasta el momento. Como era de esperar, a medianoche, el dueño nos pidió que si queríamos seguir en el bar teníamos que sentarnos adentro para el poder “cerrar” el bar. Le hicimos caso y nos quedamos un par de horas mas tomando algo, cuesta irse a dormir temprano…
Alrededor de las dos de la mañana salimos del bar y nos encontramos con una ciudad totalmente dormida, sin nadie en la calle, todo cerrado y con pocas luces. Concientes del toque de queda nos fuimos derechito a nuestros hoteles sin hacer mucho ruido, o por lo menos lo intentamos. Al llegar a la puerta del hotel nos encontramos con que también estaba cerrado y que los dueños estaban totalmente dormidos, era de noche no había nadie en la calle y nosotros temíamos porque en cualquier momento pase la policía y nos levante a todos!. Tras diez minutos de haber estado tocando la puerta logramos despertar a la encargada del hotel que de camisón y con una cara de culo enorme nos dejo pasar. Supongo que esa no iba a ser la primera ni ultima vez que le iba a abrir a unos turistas después de hora.
La mañana siguiente nos estaba esperando una combi en la puerta del hotel para irnos a la ciudad de Vang Vieng, a unas ocho horas de donde estábamos. El viaje dentro de todo fue bastante llevadero, no recuerdo haberme cagado tanto de calor y los paisajes que se pueden observar durante el camino son impresionantes. Camino a Vang Vieng pasamos por pueblos muy pobres a la altura de que a los niños se los veía bastante sucios y sin vestir ninguna ropa. Shockeante.
Como era de esperar la combi nos dejo en la estación de ómnibus de Vang Vieng y no en la ciudad, y ahí estaban al acecho los miles de tuc tuc ofreciéndonos sus servicios. A nadie les quedo otra que tomar uno y después de un viaje de diez minutos nos encontrábamos en plena ciudad buscando hoteles. Era temporada baja y por suerte no tuvimos que buscar tanto, el segundo hotel que vimos ya nos convenció y por un buen precio conseguimos una buena habitación y con Internet libre, que mas queríamos?

(Ultima noche con la banda del Slow boat en Luang Pruabang, a muchas volveremos a cruzar mas adelante)

(Pueblos al paso)

(Un poco de paisaje durante el viaje)



Kuang Si waterfalls y Pak Ou caves

En Luang Pruabang íbamos a pasar nuestra estadía junto con las personas que habíamos conocido en el slow boat, se había creado un buen grupo y aprovechábamos para comer y hacer las excursiones juntos.
La ciudad de Luang Pruabang presenta un estilo muy colonial,  muy relajante y con pocos vendedores tratando de venderte cualquier cosa como solíamos ver en toda Tailandia, estábamos en otro país, un país más pobre, más humilde y con otras costumbres y eso ya se notaba mucho.
A diferencia de Tailandia, Laos tiene menos templos, y esta ciudad que quedaba sobre el rio Mekong solo disponía de un par. No los recorrimos porque preferimos a hacer otras cosas, aparte ya venimos saturados de ver tantos templos en lo que va del viaje. Hicimos lo que hacemos generalmente al llegar a una ciudad, nos dirigimos a la recepción del hotel en el que nos encontrábamos y le preguntamos a la encargada sobre los lugares que había para recorrer cerca de la ciudad y obviamente merecían una visita. Eran tres lugares, dos cataras de aguas celestes: Tad Sae Waterfall y Kuang Si Waterfall, y unas cuevas al costado del Rió Mekong llamadas Pak Ou Caves. Debido a nuestro corto tiempo tuvimos que optar por visitar una sola catarata ya que estas quedaban bastantes alejadas una de la otra como para ser visitadas el mismo día, es por eso que solamente visitamos las  “Kuang Si Waterfall” que nos habían hablado muy bien de ellas.
Las cataratas quedaban a 45 min. De donde nos encontrábamos, la noche anterior nos juntamos a cenar con el grupo y quedamos que a la mañana siguiente nos reuníamos en la ciudad para ir de alguna manera juntos. Éramos sietes personas en una esquina, turistas y demás esta decir que llamábamos la atención de todos los conductores de Tuc Tuc que nos veían ahí parados, es por eso que no tardaron en acercarse y preguntarnos hacia donde queríamos ir hoy y ofrecernos todo tipo de tarifa hacia diferentes lugares. Mas que por un tuc tuc optamos por negociar con una persona que tenia una combi con aire acondicionado, nos hizo un buen  precio y no solo nos llevo a las Kuang Si waterfalls sino que por la tarde también pudimos visitar las cuevas que quedaban a lado del rió Mekong.
Las cataratas fueron sin duda uno de los mejores lugares en lo que he estado en mi vida,  si bien sabíamos que el agua iba a ser celeste y cristalina nunca hubiera imaginado que iba a superar toda expectativa. Nos quedamos alrededor de dos horas recorriendo este impactante lugar y las chicas también aprovecharon para tirarse al agua.






Nuestro chofer nos estaba esperando en la entrada para volver a la ciudad, llegamos pasado el mediodía para almorzar algo y quedamos que nos pasara a buscar nuevamente alrededor de las tres de la tarde para continuar con nuestro día de excursión rumbo a las cuevas.
Media hora después, luego de un camino bastante complicado nos encontrábamos a orillas del rió Mekong para ser cruzados al otro lado donde se encontraban las cuevas. Pak Ou caves son dos cuevas, una visible desde el rió y la otra mucho mas arriba subiendo unas escaleras durante diez minutos, dentro de ella se encuentran todo tipo de budas y muchas ofrendas, una especie de santuario por decirlo de alguna manera. Personalmente la cueva no me sorprendió en lo más mínimo, de hecho lo que mas me gusto fue la vista que se tiene del Mekong estando arriba de todo.
Día productivo en Luang  Pruabang, esos días que te dejan de cama y que aprovechas al cien por ciento, y no iba a ser ni el primero ni ultimo que tengamos en nuestra estadía por el sudeste asiático.



23 de enero de 2012

Slow boat en Laos.

Comenzaba la aventura de a dos. Habíamos llegado a Chiang Kong por la tarde, un pueblo rutero, de pasada y con poco que ofrecer, es por eso que esa noche solo optamos por ir a comer algo a un restaurant cerca del hotel donde íbamos a pasar la noche.
En el restaurante éramos solo nosotros comiendo, teníamos todo el restaurante a nuestra disposición, jugamos un partido de pool mientras aguardábamos por nuestros clásicos sanguches de pollo y luego compramos dos cervezas para tomar en el loby del hotel antes de dormir.
A la mañana siguiente nos esperaba ni mas ni menos que un largo viaje en Slow boat, es por eso que esa noche nos fuimos a dormir temprano.
Una Pick-Up nos traslado al otro día desde el hotel al muelle que se encontraba a solo diez cuadras de donde estábamos, la recepcionista del hotel se encargo el día anterior de juntar nuestros pasaportes y facilitarnos todos los tramites referentes a la salida de Tailandia,  por eso que al llegar al muelle lo único que hicimos fue presentar nuestros pasaportes y ser cruzados a Laos, del otro lado del rió.
Ya en Laos hicimos los tramites para ingresar y en cuestión de minutos ya estábamos caminando por las calles de la ciudad. Con solo echar un vistazo alrededor ya se podía sentir y respirar el cambio de país, sin dudas muchísimo mas pobre que su vecino de enfrente, con otra lengua, pero con una cultura bastante similar.
Nos encontrábamos en grupo ya desde la salida de la combi en Chiang Mai, todos yendo a la misma dirección pero que en ese momento deberíamos optar por dos posibles caminos para llegar a Luang Pruabang, una de las opciones y la mas conocida era en Slow boat, viajando siete horas por día en barco y parando una noche a dormir en un pueblo de paso. La segunda opción que era la más rápida pero menos utilizada debido al mal estado de las carreteras en este país, en micro. Creo que sin dudas la mejor opción que pudimos haber tomado fue la del Slow boat, si bien hace un par de años muchos turistas se quejaban de lo mal que viajaban esas horas sentados en tablas de madera, hoy en día los botes cuentan con buenos asientos para sentarse. Sin duda la mejor inversión que pudieron haberles hecho.

(Pueblo de Chiang Khong en Tailandia donde dormimos la noche anterior a cruzar a Laos)

(Ya en Laos, la aduana, muy precaria por cierto, del otro lado del rió esta Tailandia)

(Pisko a punto de abordar al Slow Boat)

(Una vista desde adentro del barco, con asientos nuevos para hacer mas "placentero" el viaje)

Luego de siete horas de navegación llegamos al  pueblo donde íbamos a pasar la noche, lo bueno es que dentro del bote te haces muchos amigos que vas a seguir cruzando por lo menos a lo largo de los próximos días, aprovechamos para hacer un poco de sociales y nos hicimos amigos de dos peruanas, una chilena y dos australianas. Fue también en el pueblo donde aprovechamos  para cenar algo juntos y luego ir a “Hive bar, the only bar in town” así lo indicaba el letrero, y literalmente iba a ser el único bar en la ciudad, tomamos algo y ya a las doce de la noche estaba toda la ciudad muerta sin saber bien porque. O Si, en realidad mucho para hacer no había ni tampoco gente, solo los pocos turistas que veníamos del Slow boat. Nos fuimos del bar muy temprano porque estaba por cerrar, eran alrededor de medianoche y si bien estábamos un poco cansados tampoco daba para irnos a dormir tan temprano, mal que mal estábamos de vacaciones es por eso que caminamos esas dos cuadras desde el bar al hotel y nos ingeniamos para conseguir un par de cervezas.
Nos encontrábamos en la terraza del hotel que daba directo a la calle, tomando algo junto a Pisko, dos australianas y un par de canadienses buena onda que conocimos también en el slow boat, nos llamaba mucho la atención que por la calle no camine nadie, ni los locales y que todos aparentaban estar durmiendo, de hecho seguro lo estaban, casi todas las luces apagadas y nuestras voces y carcajadas siendo el único sonido en toda la cuadra cuando de repente vemos que por las escaleras sube a nuestro balcón un Laosiano de alrededor de veinte años en cuero y escondiendo un enorme machete atrás de su espalda que era imposible de no ver. Se ve que no le cayo para nada bien que estuviéramos haciendo ruido a altas horas de la noche, entre señas y amenazadas se dio a entender y nosotros totalmente blancos optamos por obedecerlo y asentar con la cabeza. Si bien sabíamos que tanto en Laos como en Vietnam hay “toque de queda” y después de la medianoche no se puede hacer absolutamente nada, solo dormir, no pensamos que dicha medida iba a ser tan extrema y bien cumplida por parte del pueblo. Luego de ese mal momento que nos hizo pasar y temiendo de haber quedado apuñalados en el balcón, nos encerramos en uno de los cuartos en los que estábamos para terminar de tomar lo que teníamos y obviamente irnos a dormir.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano para tomar nuevamente el Slow boat que nos estaba esperando en el muelle. Navegamos siete horas en el barco hasta llegar a la ciudad de Luang Pruabang, destino final donde nos íbamos a quedar por un par de días.
Como era de saber, al bajar del barco nos estaban esperando bastantes personas para ofrecernos todo tipo de alojamiento en la ciudad, a esa altura nosotros ya éramos un grupo numeroso por lo que optamos por caminar hasta la ciudad y conseguir algo por nuestra cuenta, cosa que conseguimos muy fácilmente gracias a la querida lonely planet, compañera fundamental en este viaje.
(Pueblo alado del Rio Mekong donde pasamos la noche)

(Hive Bar)

(Mekong, horas viendo este tipo de paisajes)

(Llegada a Luang Pruabang)