Llegue a Nueva Zelanda con alrededor de cincuenta dólares en mi bolsillo, hambre, y mucho frió!. Lo primero que hice al llegar al aeropuerto fue ir corriendo a un cajero y rezar que estén los doscientos dólares que había pedido que me giren desde Argentina hace un par de días atrás. Gracias a Dios estaban, no eran doscientos lamentablemente, en realidad si lo fueron en un principio, pero con el tema de las comisiones y demás fueron alrededor de ciento cincuenta.
Retire algo de plata y lo primero que compre fue algo de comer, veníamos sin comer nada hace bastantes horas y todavía nos faltaban dos aviones mas para llegar a Auckland. El Pie casero que comí en el aeropuerto sin dudas fue el que mas disfrute en mi vida.
Al llegar a Auckland y sacar las alpargatas que guardaba en el bolso para usarlas en Nueva Zelanda, las encuentro literalmente podridas. En Tailandia, recuerdo haberlas usado por ultima vez hace un mes atrás y no se me ocurrió mejor idea que guardarlas húmedas en una bolsa de nylon en el fondo del bolso. Cuando llego a las frías tierras neocelandesas e intento cambiar las ojotas que me acompañaron durante dos meses en el sudeste asiático por las alpargatas, me encuentro con estas repletas de hongos. No tuve otra opción que tirarlas y seguir en ojotas un par de días más.
En Auckland no tuve otra opción que comprarme unas alpargatas nuevas, sino se me iban a congelar los pies, me iba a enfermar y me iba a terminar saliendo mas cara la joda. Invertí en alpargatas, pague dos noches de hotel y en mi bolsillo solamente me quedaban alrededor de 100 dólares para vivir tres días mas.
Llegamos el 30 de junio a Auckland y el 2 de Julio me despido de Pisko, el se volvía a Argentina dos días antes que yo y por otra aerolínea. Nos saludamos y quedamos en vernos en un par de días en Argentina.
Quede solo en Auckland y también por primera vez en todo el viaje, pero por suerte iba a ser solo por tres dias. Todavía tenia que pasar a buscar mi maleta que había dejado antes de irme a Asia en la casa de Mary, ella vivía en las afueras de Auckland en un pueblo llamado Waiuku. Ya sabía como llegar porque ya había estado allí una vez. Ella y su hermosa familia me invito a pasar las ultimas noches en su casa, a mi me venia como anillo al dedo ya que era muy poca la plata que me quedaba en ese momento.
Me tome el tren de Auckland y Mary me paso a buscar por la estación de Waiuku. Los últimos días en su casa la pase excelente! Me integraron totalmente a su familia, me cocinaron siempre muy rico, me llevaron de sus amigos, los acompañaba a hacer las compras, buscar los chicos al colegio y así pude ver desde muy cerca el estilo de vida totalmente envidiable que tenían estas personas.
Nunca me hicieron pagar nada y hasta llegue al aeropuerto con los 100 dólares que tenía guardados hace un par de días atrás. Con esa plata me comí un buen combo de Mc Donald en el aeropuerto y compre un par de regalos mas, llegando a Buenos Aires con 25 Dolares Kiwis que aun conservo de recuerdo.
Siempre me voy a acordar de la familia Underwood, y ellos siempre van a ser una de las principales razones por las cuales voy a querer volver a estas tierras. Ellos me abrieron las puertas de su casa sin conocerme, se portaron como nadie se hubiera portado conmigo en Nueva Zelanda. Les debo mucho a esta familia que supe considerarla también mía de lo tan bien que me trataron a pesar del idioma, las culturas y miles de cosas mas.
Si bien pensaba que mi viaje ya estaba terminado y no iba a conocer ningún lugar mas, estaba totalmente equivocado. Uno de los días fuimos con Mary y sus hijos a Whangaparaoa a pasar el día a la casa de una familia amiga de ellos, esta ciudad costera quedaba 100 Km . Al norte de Auckland. Un pueblo muy lindo con una playa totalmente desabitada debido al frió que hacia en ese momento.
(Con Mary en las playas de Whangaparaoa)
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