Nuestro paso por Vientiane fue tan corto que ni fotos tenemos de esta ciudad. Una combi nos paso a buscar por la puerta de nuestro guesthouse en Vang Vieng para llevarnos a un par de Kilómetros donde se encontraría nuestro micro de línea el cual nos iba a trasladar hacia la capital de Laos. En el éramos todos turistas yendo hacia el mismo lugar, el viaje no duro más de cinco horas y como era de esperar nos dejo en la estación de ómnibus donde nos esperaban los tuc tuc para llevarnos hacia el centro de la ciudad.
Una vez más seguimos a la masa de turistas y nos subimos a un pequeño colectivo que nos traslado en quince minutos al centro de la ciudad.
No contar con la presencia de los Chilenos desde Chiang Mai nos afecto bastante en el sentido de logística, ellos eran los que tenían la famosa Biblia del viajero llamada “Lonelly Planet”, ellos también eran los que planificaban todo y sabían donde ir una vez llegado a una nueva ciudad, al separarnos de ellos no hicimos para nada el trabajo de logística previo y hasta acá había salido todo bien, pero creo que ya era hora de que lo empecemos a hacer.
Hacia mucho tiempo que nos estábamos en una capital, nuestros últimos pasos fueron por pueblos muy humildes y llegar a Vientiane fue volver a la selva de cemento, fue una sensación rara, esa sensación como de volver de vacaciones pero por suerte siguiendo estando en ellas.
Caminamos bastante por la avenida principal y sus calles en busca de algún guesthouse razonable, se notaba que estábamos en la capital del país, los precios por noche eran casi el doble de lo que pagábamos en Luang Pruabang y Vang vieng, por eso no nos quedo otra opción que resignarnos y pagar lo que costaban.
Reservamos dos noches y también compramos nuestro pasaje en micro hacia Hanoi (Vietnam), ultimo país que íbamos a recorrer y del cual teníamos nuestro vuelo hacia Bangkok.
A pesar de ser un país comunista, Vientiane te hace replantear hasta que punto lo es, en esta capital tenes cajeros electrónicos, franquicias de afuera y todo preparado como para que el turista se sienta a gusto sin que le falte nada.
Aprovechamos para recorrer la ciudad a pata junto a Pisko y una Holandesa que habíamos conocido en Vang Vieng que sabíamos que llegaba un día después que nosotros.
Se notaba que cada vez estábamos mas cerca de Vietnam ya que esta vez los templos budistas no eran tantos, sin embargo caminamos bastante hasta llegar a un mercado local donde vendían todo tipo de cosas, comidas y artesanías. En el camino también pasamos por el arco del triunfo que también posee este país, muy bonito de hecho.
A diferencia de otras capitales, a Vientiane se la veía muy desocupada y con poca gente en sus calles. Por la noche siempre íbamos a cenar cerca de la costanera donde se juntaban turistas y locales en familia a comer todo tipo de comida asiatica.
(El arco, simbolo de Vientiane)
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