15 de febrero de 2012

La odisea a Hanoi.


Era hora de abandonar Laos y seguir rumbo. En Vientiane (capital de Laos) habíamos comprado nuestro pasaje hacia Hanoi (Vietnam) vía Sleeping bus, el tan temido micro al cual muchos viajeros huyen, a nosotros no nos importó mucho y allí nos encontrábamos esa tarde en la estación para lanzarnos a una nueva aventura.
La combi de la agencia de viaje nos trasladó a nosotros y  a 5 personas más a la terminal de micros, llegando a la terminal un par de personas empezaron a correr a la par de la combi y mientras iban hablando/negociando con el chofer de la combi para ver con cual micro le resultaba más barato ir.
Todo esto sucedió en no más de 2 min. Obviamente nosotros en la combi no entendíamos nada de lo que pasaba, la combi se frena y antes de que nosotros nos bajáramos de ella ya se encontraban un par de personas abriendo el baúl de la combi y llevando nuestros bolsos hacia la bodega de un micro sin importarles nada. Antes de volvernos locos y empezar a los golpes  con los que nos manoteaban los bolsos, la “coordinadora/negociante” de la combi nos vino a  indicar cual era nuestro micro para quedarnos tranquilos de que nuestros bolsos  hayan sido ubicados correctamente.
Ya con Tickect en mano y bolso despachado, nos quedaba esperar alrededor de media hora alado del micro hasta que este salga, fue ahí cuando empezamos observar y a darnos cuenta de como funcionaba toda esta mafia de los micros en Laos.
Los micros con destino a Vietnam, salen cada 2 días y siempre al mismo horario lo cual hace que la estación de ómnibus este llena en ese momento. Los buses con destino a Hanoi u otras ciudades se encuentran todos estacionados uno alado del otro en un playón enorme,  uno llega a la terminal y va de bus en bus preguntando y negociando, pero el tema esta en que estos tipos no pueden aguantar esto y por eso ni bien llega una moto, combi o alguna persona caminando con bolsos a la terminal se les tiran encima tratando cada uno de ofrecer el mejor precio. Hemos visto de todo en la media hora que estuvimos en esa terminal, estos tipos te manotean la valija y te la quieren meter adentro del micro para que vallas con ellos, les abren las puertas a las combis en pleno movimiento, forcejean a los pasajeros entre  varias personas, en fin, un verdadero descontrol.

Pareciera que esta todo permitido y bien visto en esa terminal, la gente local se lo toma a risa, en cambio nosotros los extranjeros queremos matarlos a todos cuando vemos que alguien que no conocemos nos manotea el bolso.
Lo más cómico de la tarde fue en un momento en que varias personas estaban tratando de llevar a un pasajero a uno de sus micros, la situación se puse media tensa, dos de los choferes empezaron a discutir bastante fuera de lo normal entonces ahí fue cuando de atrás de uno de los micros se escuchó sonar un silbato, como de un árbitro de futbol y  como de alguien autorizado a poner orden en el lugar, no era para nada un policía ni mucho menos pero se ve que era el único que tenía poder en ese playón .
Era hora de subir al micro y no bajar por 27 Hs. y para dicha odisea no tuve mejor idea que solamente  comprar una botella de agua, un paquete de galletitas y unas papas fritas. Para colmo tenia pocos Kibts (moneda de Laos) y tampoco había cambiado Dongs (moneda de Vietnam), asique con esas provisiones me las tuve que arreglar para tirar 27 Hs. en ese micro, toda una odisea.
Salimos a las 7 de la tarde de la terminal y paramos alrededor de las 10 para comer algo, luego seguimos viaje y alrededor de las 12 de la noche el chofer estaciona el micro, se baja, y nos apaga el aire sin decirnos nada, pensábamos que iba a volver para continuar manejando pero luego de un par de horas decidimos no preocuparnos más y tratar de dormir en ese caluroso micro, con los asientos de cuero que se te pegaban al cuerpo.
Obviamente el chofer no volvió al micro hasta ni bien empezó  a amanecer un poco, el tipo se había ido a dormir a un hotel y nos dejó a todos nosotros durmiendo en el micro re cagados de calor. Luego de levantarnos la mayoría chivados continuamos viaje y a las pocas horas de la mañana nos encontrábamos en la frontera de Laos para tramitar el tema de las salidas e ingresos en los pasaportes.
Si la estación de micros de Laos fue un quilombo, la frontera lo fue el doble, estos tipos están locos, quieren todo ya, son atolondrados, te pasan por arriba y no les importa nada.

Donde nos sellaban los pasaportes había dos ventanillas una para extranjeros y la otra para los locales, en ese horario se juntaron varios micros en la frontera, lo cual hacia que todo este bastante saturado.
Básicamente en nuestra ventanilla no había cola, lo que hicimos fue dejarles al oficial cada uno de nuestros pasaportes del lado de adentro de la  ventanilla y esperar que se digne a sellarlos, luego otra persona nos entregaba nuevamente los pasaportes después de pagar la módica suma de  1 dólar.
En la ventanilla de alado se encontraban todos estos personajes laosianos empujándose, gritando, corriendo con pasaportes en sus manos y tratando de negociar algo con los oficiales. Las coimas arriba de los pasaporte era algo bien visto y permitido, se solía ver choferes que caían con 15 pasaportes y arriba de ellos plata, como para que les hagan el tramite más rápido.
Después de esta experiencia en inmigraciones y cuidar que ninguno de estos tipos nos agarre los pasaportes y salga corriendo nos dijimos hacia el lado de Vietnam, donde el tramite fue muchísimo más rápido y sin sobresaltos.
A mitad de la mañana nos encontrábamos nuevamente arriba del micro para seguir con lo que quedaba del trayecto del lado de Vietnam. Ese día llegamos recién a las 9 de la noche a la estación de ómnibus de Hanoi, sin plata, con hambre y cansadísimos. Nos bajamos del micro y obviamente no faltaron los buitres que te quieren meter en un tuc tuc o combi para llevarte al centro de la ciudad, ahí optamos por no darle bola a nadie seguir caminando hacia la calle, paramos un taxi y por medio de señas y dirección escrita en un papel les dimos a entender hacia donde queríamos ir, obviamente también le tuvimos que mostrar la tarjeta de crédito para que nos llevara previamente hacia un cajero, ya que no teníamos ni un peso entre los dos.
No zafamos de  pagar el derecho de piso del turista, y el taxista nos hizo la gran argenta y nos “paseo” por la ciudad un rato, pero mucho no nos importó ya que después de 20 min. Nos encontrábamos en la puerta del hostel con todas nuestras pertenencias, en un nuevo país  y con una pizzería a metros de donde estábamos,  el resto se lo pueden imaginar.


(Estación de Micros)


(La comodidad del Sleeping Bus...)

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