Comenzaba la aventura de a dos. Habíamos llegado a Chiang Kong por la tarde, un pueblo rutero, de pasada y con poco que ofrecer, es por eso que esa noche solo optamos por ir a comer algo a un restaurant cerca del hotel donde íbamos a pasar la noche.
En el restaurante éramos solo nosotros comiendo, teníamos todo el restaurante a nuestra disposición, jugamos un partido de pool mientras aguardábamos por nuestros clásicos sanguches de pollo y luego compramos dos cervezas para tomar en el loby del hotel antes de dormir.
A la mañana siguiente nos esperaba ni mas ni menos que un largo viaje en Slow boat, es por eso que esa noche nos fuimos a dormir temprano.
Una Pick-Up nos traslado al otro día desde el hotel al muelle que se encontraba a solo diez cuadras de donde estábamos, la recepcionista del hotel se encargo el día anterior de juntar nuestros pasaportes y facilitarnos todos los tramites referentes a la salida de Tailandia, por eso que al llegar al muelle lo único que hicimos fue presentar nuestros pasaportes y ser cruzados a Laos, del otro lado del rió.
Ya en Laos hicimos los tramites para ingresar y en cuestión de minutos ya estábamos caminando por las calles de la ciudad. Con solo echar un vistazo alrededor ya se podía sentir y respirar el cambio de país, sin dudas muchísimo mas pobre que su vecino de enfrente, con otra lengua, pero con una cultura bastante similar.
Nos encontrábamos en grupo ya desde la salida de la combi en Chiang Mai, todos yendo a la misma dirección pero que en ese momento deberíamos optar por dos posibles caminos para llegar a Luang Pruabang, una de las opciones y la mas conocida era en Slow boat, viajando siete horas por día en barco y parando una noche a dormir en un pueblo de paso. La segunda opción que era la más rápida pero menos utilizada debido al mal estado de las carreteras en este país, en micro. Creo que sin dudas la mejor opción que pudimos haber tomado fue la del Slow boat, si bien hace un par de años muchos turistas se quejaban de lo mal que viajaban esas horas sentados en tablas de madera, hoy en día los botes cuentan con buenos asientos para sentarse. Sin duda la mejor inversión que pudieron haberles hecho.
(Pueblo de Chiang Khong en Tailandia donde dormimos la noche anterior a cruzar a Laos)
(Ya en Laos, la aduana, muy precaria por cierto, del otro lado del rió esta Tailandia)
(Pisko a punto de abordar al Slow Boat)
(Una vista desde adentro del barco, con asientos nuevos para hacer mas "placentero" el viaje)
Luego de siete horas de navegación llegamos al pueblo donde íbamos a pasar la noche, lo bueno es que dentro del bote te haces muchos amigos que vas a seguir cruzando por lo menos a lo largo de los próximos días, aprovechamos para hacer un poco de sociales y nos hicimos amigos de dos peruanas, una chilena y dos australianas. Fue también en el pueblo donde aprovechamos para cenar algo juntos y luego ir a “Hive bar, the only bar in town” así lo indicaba el letrero, y literalmente iba a ser el único bar en la ciudad, tomamos algo y ya a las doce de la noche estaba toda la ciudad muerta sin saber bien porque. O Si, en realidad mucho para hacer no había ni tampoco gente, solo los pocos turistas que veníamos del Slow boat. Nos fuimos del bar muy temprano porque estaba por cerrar, eran alrededor de medianoche y si bien estábamos un poco cansados tampoco daba para irnos a dormir tan temprano, mal que mal estábamos de vacaciones es por eso que caminamos esas dos cuadras desde el bar al hotel y nos ingeniamos para conseguir un par de cervezas.
Nos encontrábamos en la terraza del hotel que daba directo a la calle, tomando algo junto a Pisko, dos australianas y un par de canadienses buena onda que conocimos también en el slow boat, nos llamaba mucho la atención que por la calle no camine nadie, ni los locales y que todos aparentaban estar durmiendo, de hecho seguro lo estaban, casi todas las luces apagadas y nuestras voces y carcajadas siendo el único sonido en toda la cuadra cuando de repente vemos que por las escaleras sube a nuestro balcón un Laosiano de alrededor de veinte años en cuero y escondiendo un enorme machete atrás de su espalda que era imposible de no ver. Se ve que no le cayo para nada bien que estuviéramos haciendo ruido a altas horas de la noche, entre señas y amenazadas se dio a entender y nosotros totalmente blancos optamos por obedecerlo y asentar con la cabeza. Si bien sabíamos que tanto en Laos como en Vietnam hay “toque de queda” y después de la medianoche no se puede hacer absolutamente nada, solo dormir, no pensamos que dicha medida iba a ser tan extrema y bien cumplida por parte del pueblo. Luego de ese mal momento que nos hizo pasar y temiendo de haber quedado apuñalados en el balcón, nos encerramos en uno de los cuartos en los que estábamos para terminar de tomar lo que teníamos y obviamente irnos a dormir.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano para tomar nuevamente el Slow boat que nos estaba esperando en el muelle. Navegamos siete horas en el barco hasta llegar a la ciudad de Luang Pruabang, destino final donde nos íbamos a quedar por un par de días.
Como era de saber, al bajar del barco nos estaban esperando bastantes personas para ofrecernos todo tipo de alojamiento en la ciudad, a esa altura nosotros ya éramos un grupo numeroso por lo que optamos por caminar hasta la ciudad y conseguir algo por nuestra cuenta, cosa que conseguimos muy fácilmente gracias a la querida lonely planet, compañera fundamental en este viaje.
(Pueblo alado del Rio Mekong donde pasamos la noche)
(Hive Bar)
(Mekong, horas viendo este tipo de paisajes)
(Llegada a Luang Pruabang)