Llego el día del trekking, una de las experiencias más enriquecedoras del viaje, debido a que íbamos a experimentar estar en contacto con la naturaleza durante 3 días seguidos, esto significaría caminar un par de horas por día en medio de las junglas de Tailandia y pasar la noche con tribus locales.
Nuestro guía iba a ser el dueño del hotel y el mismo que nos fue a buscar a los micros cuando llegamos a Chang Mai para vendernos el combo del Trekking+Alojamiento. Si bien el tipo era un garca y ya nos había cagado, no quedaba otra que relajarse y disfrutar de la experiencia que íbamos a estar por vivir.
A las 9 de la mañana nos teníamos que juntar en el hotel y un tuc tuc camioneta nos iba a llevar a PAI, la ciudad en la cual íbamos a hacer el trekking.
Como pasó a lo largo de todo el viaje, siempre que teníamos una excursión, viaje o lo que fuera la noche anterior intentábamos no salir y acostarnos temprano pero por una cosa u otra siempre terminábamos saliendo, volviendo tarde, y sufriendo la resaca al día siguiente. El trekking no iba a ser la excepción y esa mañana eran las 8 AM y ni la mochila habíamos preparado, esto significaba comprar frutas, agua, ropa cómoda, piloto, zapatillas acordes, repelente, botiquín y todas esas cosas que te das cuenta que te olvidaste cuando estas en plena montaña caminando.
La noche anterior habíamos ido a un bar cerca del centro de Chiang Mai y a 3 cuadras del hostel. Para las 8 de la mañana, hora en que nos acostamos aun seguíamos medios borrachos. Arme la mochila con lo primero que me encontraba a mano, nos subimos a la camioneta y a las 10 nos encontrábamos desayunando en PAI.
El viaje en camioneta se sufrió bastante y mas en mi estado, intentando dormir con 25 grados, semiborracho en una cúpula de una Toyota con los amortiguadores rotos. Para colmo nuestro guía nos ofrecía whisky de tomar cada cinco minutos. Pero eso no era nada a comparación de las 2 horas que tuvimos que caminar al rayo del sol con resaca por la jungla. Yo creo que ya a los 30 minutos había transpirado todo el alcohol de la noche anterior.
(Pisco encabezando el grupo, la calor que hacia)
Entre una cosa y la otra llegamos a la primer tribu alrededor de las 4 de la tarde, es muy shockeante ver como estas tribus pueden vivir totalmente alejadas de la ciudad, sin necesidad de tener muchas cosas materiales que nosotros estamos acostumbrados a tener, como así también necesidades básicas como el gas, luz etc.
Lo primero que nos presenta el guía fue el lugar donde íbamos a dormir en la noche. Una cabaña hecha totalmente de cañas, con un par de frazadas para taparse totalmente empapadas por la humedad y como si esto fuera poco un par de arañas dando vueltas por el lugar.
Fue muy gracioso, cuando las 10 personas que estábamos haciendo el trecking entramos a esta cabaña y todos (principalmente las mujeres) empezaron a decir “Yo ni loco duermo acá” y a la noche no les quedaba otra que dormirse con las arañas rondando por su cuerpo.
La tribu nos trato excelente y nos llevamos buenos recuerdos, fue una linda experiencia saber como se puede vivir con tan poco.
(En la cancha de fútbol)
(Una de las tantas arañas en el cuarto)
Esa tarde improvisamos un partido de fútbol con los pocos recursos que teníamos, pelota de fútbol pinchada, cancha embarrada, descalzos y con un par de chanchos y gallinas dando vuelta por el estadio.
Esta gente se quedaba sorprendida de todo, parecía como si vivieran un par de años mas atrás que nosotros, a la altura de darles una cámara de fotos y tener que explicarles lo que era y como usarla.
Por la noche hicieron una típica olla popular y comimos comida tailandesa. Luego de la cena las niñas de la tribu nos tenían preparado un show de canto y baile muy típico de la región.
Si bien a lo largo de todo el viaje uno trata de no pensar en donde esta, por un tema de lo muy lejos que se encuentra uno de casa y no hacerse la típica mala sangre de que pasaria si me pasa algo acá y blabla. En este lugar fue una de las pocas veces donde me plantie esta pregunta, y no era para menos, estaba literalmente del otro lado del mundo y conviviendo con una tribu en medio de la jungla!, Y a mi como siempre me pasa algo era inevitable no pensarlo un poquito… Por suerte no hubo que lamentar nada ni a mi ni a Pisco (mi compañero de viaje), se puede decir que salimos ilesos de la jungla y que la sacamos bastante barata.
A la mañana siguiente nos esperaban 2 horas mas de caminata, Almuerzo, siesta y un tramo de alrededor de 30 minutos en elefante!.
La experiencia con elefantes es algo que si o si tenes que realizar en Tailandia, en algún momento del viaje lo teníamos que hacer, y ese fue el nuestro. Que les puedo decir, es algo único estar sentado ahí arriba y pensar que te comes toda la jungla por delante, pasar por lugares y arroyos donde a pata no pasas. Te sentís el rey de la selva básicamente.
Llegamos al nuevo campamento pero esta vez sin tribu de por medio, era solamente un kincho de cañas de bambú para pasar la noche muy parecido al de la noche anterior, por suerte esta vez sin arañas o por lo menos a simple vista no vimos ninguna.
El tercer y último día la caminata iba a ser de una horita nomás, caminamos por un bosque repleto de arañas de todo tipo, colgaban de sus telas por todos lados y teníamos que estar atentos en todo momento de no comernos ninguna. Llegamos a un rió y ahí nos estaban esperando las balsas hechas de bamboo, nos dividimos 4 personas por balsa y nos sumergimos a remar por los ríos, aunque mas que remar era dejarse llevar por la corriente y enderezar constantemente la balsa.
Llegamos al “muelle”, dejamos las balsas, caminamos un par de metros y volvimos a ver asfalto luego de tres días de andar y andar. Se acabo la experiencia con la naturaleza, nos paso a buscar nuevamente la Toyota para llevarnos a nuestro hotel en Chiang Mai.
(Cena, baile y show por la noche)
(Un poco de caminata)
(Arriba de dumbo)
(Bamboo rafting)
(La vuelta, todos cansados)
la calor ? jajaja
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